Amiguinchi invisible

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Amigo invisible 04

Esos pequeños placeres de la vida…

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Esos pequeños placeres de la vida 03

Poema-juego: Aquí viene gente inteligente…

Éste es un poema-juego que había ideado para interpretar en algún recital. Tendría que usar un proyector y repartir copias del dibujo entre el público.

Aquí viene gente inteligente,
que es de muy usar la mente
por lo que os quiero proponer
un retorcido test.

Test-juego: dibujo

1.
Traza un círculo alrededor
del redondel mayor.

2.
Y ahora con un círculo rodea
la mayor X que veas.

3.
¿Veis la casa?
Es la casa morada.
La casa morada
es de una planta
y todo en ella es morado.
Las puertas son moradas,
el sofá es morado,
las mesas son moradas,
el aparador es morado,
las sillas son moradas,
los armarios son morados.
¿Podríais decir, amantes de las letras,
de qué color son las escaleras?

4.
Hay un árbol en el parque, ¿lo veis dibujado?
El parque está en Estados Unidos, por el centro…
Es mediados de invierno, y sopla un fuerte viento
en la dirección de las líneas, como está indicado.
Y ahora anotad en la papeleta,
¿en qué dirección las hojas se vuelan?

5.
Está viajando un avión
de Canadá a Nueva York
a 300 millas por hora,
pero es verdadera la pena
que al llegar a la frontera
contra una montaña choca.
Escribid, queridos oyentes,
¿dónde entierran a los supervivientes?
¿En Canadá, en Nueva York?
¿Cuál de ellas creéis mejor?

6.
A esta parte, atención,
que de números tiene un montón.
Eres conductor de autobús.
Paras en una esquina
y recoges a tres chicas.
En la segunda parada
dos personas ahuecan ala
y cinco personas suben.
En la siguiente parada
siete personas se unen
y cuatro personas se van.
En la cuarta parada,
hay siete personas más,
y seis personas deciden bajar.
En la última parada, no veas,
tres personas suben
y cinco personas se apean.
¿Podrías decirme tú
la edad del conductor del bus?

7.
¿De cada especie, cuántos animales
llevó Moisés al arca, según dicen nuestros padres?

***

Y ahora, sin más dilación,
he aquí la solución

1.
Algún profe se sonroja
cuando ve que el mayor círculo
abarca toda la hoja.

2.
Y lo mismico te diré
cuando veas que la gran X
es la que corta el pastel.

3.
La casa puede ser
todo lo morada que quieras,
pero al sólo una planta tener
no le hacen falta escaleras.

4.
Las hojas del árbol no se volarían a ningún lado,
ya que es invierno y los árboles están pelados.

5.
En este caso, jóvenes jiennenses
sería la respuesta correcta
que no enterramos a supervivientes,
es a muertos a los que se entierra.

6.
La edad del conductor sería
la que tú tienes, vida mía,
ya que al principio se anunció
que tú eres el conductor.

7.
Ningún animal
la respuesta debe ser,
ya que quien llevó los animales al arca
no fue Moisés, sino Noé.

Fuente:

Beso vuestros pies, ángel negro…

(Un poema de hace más de un año).

Beso vuestros pies, ángel negro,
pues vos sois mi musa y mi lazarillo
en este camino.

Vuestra merced me concede un ósculo dulcemente,
susurrando mi nombre
entre sueños.
Vuestra merced es mi faro de luz difusa
en este sendero trabado de piedras y de barro.
Vedme cual Golem postrado a vuestros pies,
hijo de Piedad milagrosa,
tirabuzones de canesú,
amalgama de versos, odio y mentiras,
astucia zorruna diapasonada
en ondas de alcanfor.

Ampárame bajo tu pecho redentor,
el que alienta a los caídos,
para subyugarme bajo el peso
de tus besos dominadores.
¡Oh, esclavo!, ¡oh, señor!,
¡portento de la naturaleza!
Fuerza vital que me eleva y que me postra
cuando, en el silencio de mi dormisanatorio,
escucho las plegarias ralentizadas
que me devuelven a mi primigenia obsesión,
en musitar de sensuales arcángeles de ébano.
Melodías tan tétricas, tan sonoras, en voz de plañideras,
que apuñalan mi alma de monigote
del Día de los Inocentes.

¿Te quiero o sólo te dispenso un cariño desapegado?
Este extraño lugar me ha extrañado tanto
que parezco asemejarme a un Pequeño Saltamontes,
al que finalmente le ha entrado en la cocorota
la lección del día siguiente,
la de ser paciente y aguardar,
cobijando, entre tanto, bajo su raído manto mostaza,
a un gorrión que casi perece húmedo
bajo el monzón del Himalaya.

Te deseo, pero no te extraño.
Bueno, en ocasiones,
pero no con la presura pueril de ayer,
cuando reconocí tu aura, amor mío,
y corría tras tu estela
como tantas otras descarriadas
que no sabían ni qué hacer con sus propias vidas.

Ahora, eufórica perdida en una tupida selva de vidrio,
parezco vislumbrar más claro el firmamento,
en el que delineo versos de dicha y de gloria,
de amor a mis hermanos mortales
y de guerrillas cotidianas,
alzada contra leyes huecas y translúcidas,
que ya sólo me suponen
unas chinitas impertinentes en los zapatos.

Fuera penas, fuera males…
Ya sólo me queda un ser de éter y de zen reposado,
planeando incluso entre cuatro muros que, espinosos, se van estrechando
y cuyas ramas se enraízan hacia los lugares más recónditos
del alma y de las más altas esferas…
Beber de los vastos pesares
de esta brumosa existencia…
¿Ves!, ¡ya me he acordado de Baudelaire!
¡Me callo!
He dicho.

Cuentos medievales franceses (Fabliaux)

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